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La impresión 3D llegó hace unos años para sorprendernos con nuevas posibilidades. La técnica y la tecnología envuelta en ella han evolucionado con el pasar del tiempo y hoy en día tenemos mayores beneficios, que sin duda facilitarán aún más la vida al ser humano.

La impresión tridimensional se define como un proceso mediante el cual se crean objetos sólidos en 3D de cualquier textura y a partir de un modelo digital. Una impresora 3D funciona como una impresora de oficina ordinaria, pero en vez de poner tinta en el papel, la máquina apila finas capas sucesivas de algún material para formar un objeto en tercera dimensión que replique uno original (Zein et al, 2013).

Este increíble invento abre las posibilidades a muchos otros. Pues bien, un artículo publicado en la revista Science Advances, combinó la tecnología 3D con la capacidad bacteriana de formar biopelículas a través de estrategias de inmovilización que les permita mantener su actividad metabólica.

En pocas palabras, los científicos investigan la manera de mantener una producción óptima a nivel industrial de sustancias producidas por bacterias, de tal manera que se obtengan rendimientos mayores. Para esto, los investigadores desarrollaron “una plataforma de impresión en 3D que funciona con materia viva”.

Es así como, en vez de tinta, los científicos crearon lo que ellos llaman “Flink”, un acrónimo para “functional living ink”, o tinta funcional viva, en español. Esta ‘tinta’ está compuesta por hidrogel mezclado con la bacteria de interés y los nutrientes necesarios para su crecimiento. A continuación se presenta un vídeo en el cual se da una idea más clara de lo acontecido en los ensayos.

 

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El vídeo explica, además, que la ventaja de inmovilizar microorganismos en este material es que la técnica de impresión en 3D permite generar formas deseadas que actuarán como “moldes” sobre los cuales las bacterias producirán sustancias como nanocelulosa, la cual es usada para el tratamiento de quemaduras graves, entre otras cosas. 

Para la producción de nanocelulosa, se usó Acetobacter xylinumin y Pseudomonas putida se usó con el fin de producir una bacteria capaz de degradar materiales químicos tóxicos.

Esto abre un mundo de posibilidades y permitirá el uso de la tecnología 3D para imprimir, incluso, bacterias con sensores que detectan toxinas en aguas de consumo humano. Sin duda alguna, la combinación ingeniería – microbiología traerá consigo numerosos inventos en el futuro.

Fuentes:

Zein. N., Hanouneh. I., Bishop. P., Samaan. M., Eghtesad. B., Quintini. C., Miller. C., Yerian. L., Klatte. R. (2013). Three-dimensional print of a liver for preoperative planning in living donor liver transplantation. Liver Transplantation. 19(12):1304-1310.

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