El aceite de coco ha venido adquiriendo usos diferentes en los últimos años, esto quizás se relacione con sus propiedades organolépticas y a la idea que tenemos de que todo aquello que provenga de frutas es saludable por sus excelsas características.
Y no es una idea equivocada, al contrario, sabemos desde hace muchos años, que las frutas poseen sustancias benéficas para nuestro cuerpo: vitaminas, minerales y agua son algunas de ellas. Nos ayudan a mejorar el sistema inmune y a prevenir enfermedades como el cáncer, cuando actúan como potentes antioxidantes.
El coco no es ajeno a la atribución de propiedades curativas propias de un “súper alimento”, de hecho, en países de occidente como Estados Unidos, se le considera un aliado en la pérdida de peso, promotor de la salud cardiovascular, fortalecedor de la salud inmunológica, sanador de heridas, promotor de la memoria, humectante de la piel y para una adecuada higiene oral.
La pulpa de este fruto puede ser procesada para la obtención de aceite, que es usado de una forma que no era muy común anteriormente: para usos culinarios.
Generalidades del aceite de coco
El aceite de coco tiene una alta cantidad de grasa saturada, cuyas proporciones son cercanas al 90%. Cuando este tipo de grasas son consumidas en exceso, se relacionan con un incremento del llamado colesterol “malo” (LDL-C). Es por esta razón que ni siquiera la Asociación Americana del Corazón (AHA, por sus siglas en inglés), recomienda su ingesta en una cantidad que exceda el 10% del total de calorías diarias. Aquí va la primera precisión, y es que no basta con limitar el consumo de aceite de coco a esa proporción, sino que también debemos contabilizar el resto de alimentos que nos aportan grasas saturadas, como los de origen animal, por ejemplo.
Por otro lado, un sondeo hecho por el New York Times indicó que el 72% de estadounidenses considera que el aceite de coco es saludable vs un 37% de expertos en nutrición que lo clasificó como tal. Este último valor indica que no existe un concenso al respecto entre nutricionistas, sin embargo vamos a hablar un poco más de la evidencia científica actual y las teorías que han surgido últimamente.
Propiedades químicas del aceite de coco
El aceite que resulta de la pulpa de coco es llamado aceite de coco virgen (VCO, por sus siglas en inglés), que es rico en triglicéridos de cadena media (de quienes hablaremos más adelante) y posee actividad antioxidante por el alto contenido de vitamina E y polifenoles. Este aceite es resistente a reacciones de oxidación y polimerización, razón por la cual es apetecido para efectos gastronómicos, pero tiene un bajo punto de humeo y se recomienda ser usado sólo una vez en el caso de las frituras.
En general, las grasas se pueden clasificar de dos formas: (1) por la longitud de su cadena y (2) si es saturada o insaturada. Con respecto a la primera clasificación, aquellos que tienen menos de 6 átomos de carbono serán de cadena corta, aquellos que tengan entre 6-12 carbonos son de cadena media y los que tienen más de 12 átomos de carbono se denominarán ácidos grasos de cadena larga.
El aceite virgen de coco está compuesto por ácidos grasos saturados de cadena media: ácido láurico (50,7% de la totalidad de ácidos grasos en el aceite de coco), ácido caprílico (8,2%) y ácido cáprico (6,4%). Con respecto al ácido láurico, este se comporta más como triglicérido de cadena larga en términos de su pobre solubilidad y absorción intestinal (aproximadamente el 70% es absorbido vía quilomicrones). Por eso, algunos autores no consideran el aceite de coco como un triglicérido de cadena media en estricto sentido.
Efectos del coco en el metabolismo de colesterol y enfermedad cardiovascular
Está bien documentado que las grasas saturadas y Trans están ampliamente relacionadas con enfermedad cardiovascular. Como el aceite de coco es fuente de ácido láurico, normalmente se le atribuye el efecto de mejorar niveles de “colesterol bueno” (HDL-C).
Quienes defienden la tesis de que el aceite de coco tiene efectos cardiovasculares positivos, con frecuencia citan el hecho de que este aumenta niveles de colesterol HDL en sangre. Sin embargo, la AHA se refirió al respecto alegando que “los cambios en el HDL-C causado por la dieta o tratamientos médicos no pueden estar más relacionados con cambios en el riesgo de enfermedad cardiovascular, y por eso, el efecto de aumento del LDL-C debería ser considerado por sí solo”. En pocas palabras, dado que el aceite de coco también aumenta niveles de “colesterol malo” (LDL-C), el efecto promotor de “colesterol bueno” se anula.
Otros estudios llevados a cabo en islas asiáticas con personas que consumen altas dosis de coco, sugieren grandes beneficios sobre la salud cardiovascular de los habitantes, sin embargo, no contemplan el hecho de que las dietas tradicionales de estas personas son abundantes en pescado y fibra; pero reducidas en alimentos refinados, sal, azúcar y alcohol. Razón por la cual los efectos del coco no pueden ser analizados por separado.
Aceite de coco y pérdida de peso
Se ha propuesto en los últimos años que los triglicéridos de cadena media (TCM) promueven la saciedad por medio de varios mecanismos que aún no son claros. Entre ellos, se cree que este efecto es logrado gracias a la rápida tasa de absorción de los TCM, reflejada al momento de ser ingeridos.
Sobre esto, los detractores de este tipo de teorías argumentan que el hecho de que el aceite de coco posea sólo cerca de la mitad de TCM y de esta cantidad, sólo entre un 20-30% sea ácido láurico que puede ser usado por el hígado como energía, este aceite no se podría clasificar como 100% TCM.
Otros estudios apuntan a que cerca de 5 gramos de TCM son necesarios para estimular un efecto de saciedad en el organismo, es decir que 21,6 gramos de aceite de coco deben ser ingeridos en una porción para lograr tal efecto (¡MUCHO ACEITE!).
Otros posibles efectos del AVC
También se han reportado efectos positivos para pacientes que consumen aceite de coco y cursan enfermedades neurológicas como Alzheimer, pero los resultados de los estudios aún no son concluyentes ni brindan una evidencia fuerte que respalde su consumo.
Conclusión
Aunque existen algunos estudios que respaldan el consumo de VCO, la evidencia no es contundente y quedan muchas ideas al aire sobre los efectos del aceite de coco a mediano y largo plazo sobre la salud. Incluso, parece que la evidencia que relaciona efectos negativos relacionados con el contenido de grasa saturada, pesa más que la que adhiere que los triglicéridos de cadena media son benéficos.
Bibliografía
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3. Sankararaman S, Sferra T. Are we going nuts on coconut oil? Curr Nutr Rep. 2018;7(3):107-115. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/29974400. doi: 10.1007/s13668-018-0230-5.
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